La depresión: síntomas y tratamiento




Habitualmente, el término "depresión" se utiliza de modo tan frecuente como impreciso. A la confusión derivada se suma el aumento del consumo de antidepresivos, dos hechos que no dejan de estar emparentados.
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La depresión en la actualidad
Melancolía, Edvard Munch, 1894-95
La depresión es un trastorno complejo en cuya etiología intervienen diversos factores: temperamentales, ambientales, bioquímicos, genéticos y fisiológicos, aunque ninguno de ellos la explica por completo.
Actualmente es la primera causa psicológica de baja laboral en Europa y la OMS informa que es la primera causa de incapacidad laboral a nivel mundial. No obstante, este hecho, a primera vista alarmante, puede matizarse si nos preguntamos de qué hablamos cuando hablamos de depresión. 
¿Será exacto pensar que todo paciente al que se le indicó un antidepresivo padece una depresión? Es cierto que la prescripción de antidepresivos viene experimentando un drástico aumento, pero su uso se ha extendido a muchos fenómenos y estados anímicos que la química no distingue, como tampoco lo hace el paciente que habitualmente llega a la consulta psicológica con la etiqueta de "deprimido".
En sentido estricto, la depresión como entidad clínica se relaciona con la psicosis, con los cuadros de Depresión Endógena y Psicosis Maníaco Depresiva de la psiquiatría clásica. 
Erróneamente se habla de depresión para referirse a la tristeza esperable ante situaciones penosas, situaciones en las que lo patológico sería la falta de reacción.
También se habla de depresión para referirse a un conjunto de estados anímicos y afectivos relacionados con diversas circunstancias vividas por el paciente, habitualmente pérdidas afectivas.
Atendiendo a su intensidad y duración, la psiquiatría se ha referido a ella como Depresión Reactiva o Neurótica. El psicoanálisis, por su parte, no la considera una entidad clínica en sí misma sino una respuesta subjetiva que puede darse tanto en la histeria, como en la neurosis obsesiva o la fobia. 
Por último, erróneamente se habla de depresión para referirse a la tristeza esperable ante situaciones penosas, como los duelos, situaciones en las que lo patológico sería la falta de reacción.

Desnudo femenino de rodillas, Edvard Munch, 1919
Síntomas de depresión
Lo que caracteriza a la depresión es la tristeza que se instala durante periodos prolongados de tiempo y que abarca la mayor parte del día. Sin embargo, en muchas ocasiones la persona deprimida no refiere tristeza, sino sensación de vacío y apatía. Además, la forma en que la depresión se presenta varía en las diferentes etapas de la vida: en niños y adolescentes predomina la irritabilidad más que la tristeza, mientras en los ancianos predominan las quejas somáticas y el aislamiento social. 
La persona deprimida describe haber perdido el interés por todo aquello que antes le causaba placer, como el contacto con seres queridos o la práctica de pasatiempos; esto suele determinar un repliegue de los vínculos y actividades, con las consecuentes implicancias sociales y laborales.
A nivel orgánico, la depresión se caracteriza tanto por el defecto como por el exceso. Esto se ve claramente en el apetito y el peso, que pueden verse aumentados o disminuidos, y en el sueño, que casi siempre está perturbado, pudiendo darse tanto insomnio como hipersomnia. Suele haber cansancio no proporcionado a las actividades realizadas, incluso al despertar y trastornos de la actividad motora, lentificada o aumentada (agitación),
Las personas que atraviesan una depresión suelen sentirse sin esperanzas, inservibles y a menudo se culpan de modo despiadado, lo que a veces se asocia a ideas de muerte o de suicidio que nunca deben subestimarse.
Aunque en ocasiones llama menos la atención del paciente deprimido y su entorno, también a nivel cognitivo la depresión genera sintomatología; dificultad para pensar y concentrarse son quejas habituales. Al paciente le cuesta tomar decisiones así como retener información y puede dar una apariencia de lentificación o embotamiento cognitivo.
Algunos pacientes, en lugar de tristeza manifiestan quejas somáticas sin enfermedad orgánica cierta; dolores y malestares que no tienen un correlato orgánico en ocasiones son el argumento para explicar la frecuente falta de deseo sexual.
Las personas que atraviesan una depresión suelen sentirse sin esperanzas, inservibles y a menudo se culpan de modo despiadado, lo que a veces se asocia a ideas de muerte o de suicidio que nunca deben subestimarse.

Melancolía, Edvard Munch, 1892
Depresión y antidepresivos
Dado que la depresión comparte síntomas con muchas otras patologías, y aún con estados no patológicos, como el duelo, es fundamental un cuidadoso diagnóstico diferencial para no incurrir en la sobremedicación. 
Si bien la medicación antidepresiva es un importante recurso en el tratamiento de esta patología, un creciente número de profesionales de la salud, tanto médicos como psicólogos, observamos que a menudo se incurre en un exceso de prescripción de antidepresivos, y vale detenerse en las causas de este fenómeno: 
- La industria farmacológica, como toda industria, cuenta con eficaces campañas de marketing para ubicar sus productos en el mercado, y las dirige tanto a los médicos como al público en general. 
- El sistema productivo imperante reclama individuos aptos para el trabajo, y el "deprimido" no es idóneo para este modelo que, por otra parte, refuerza el consumo en todos los niveles, también en el farmacológico. 

La desesperación, Edvard Munch, 1892
- Para el Sistema de Salud es menos oneroso recurrir a la medicación psiquiátrica, de resultados rápidos, que afrontar la cobertura de un tratamiento psicológico, de duración prolongada, aunque la primera alternativa conlleve el riesgo de crear fármaco-dependientes, sin contar con otros efectos adversos no menos serios. 
 - Dada la sobrecarga del sistema de atención primaria, los médicos de cabecera se ven obligados a establecer un diagnóstico y determinar la necesidad real de antidepresivo en escasos minutos; a esto se suma la demanda del paciente, que a menudo espera salir medicado de la consulta. Todo ello da lugar a prescribir psicofármacos para estados anímicos que no son patológicos, sino naturales y esperables. 
- Existe en las mujeres y hombres de nuestra época una creciente intolerancia a la tristeza, a la frustración, a la angustia, que empuja a la búsqueda de la felicidad química, al consumo compulsivo y la evitación de la reflexión. Esto se ve potenciado desde los medios de comunicación, toda vez que proponen modelos siempre exitosos y felices, tan ficticios como inalcanzables. Sin restar valor a los psicofármacos para las patologías en las que se han probado insustituibles, como en las depresiones endógenas, cabe preguntarse qué lugar le queda al paciente cuando un químico enmascara la respuesta esperable ante las frustraciones y reveses de la vida. 

Sin restar valor a los psicofármacos para las patologías en las que se han probado insustituibles, como en las depresiones endógenas, cabe preguntarse qué lugar le queda al paciente cuando un químico enmascara la respuesta esperable ante las frustraciones y reveses de la vida. 
En estos casos, el Psicoanálisis se aparta de la supresión artificial de la tristeza para proponer, en cambio, la implicación del sujeto, pues a partir de que alguien se interroga respecto a qué le ocurre es que puede haber una respuesta encaminada a algún tipo de resolución. Lo dicho no significa que la medicación antidepresiva sea incompatible con el análisis: en algunos pacientes la medicación es necesaria y complementa al tratamiento psicológico; otros pacientes inician el análisis con una medicación antidepresiva previa que abandonan con el progreso del tratamiento y siguiendo las pautas del médico que la indicó. 
Lo que importa al Psicoanálisis, en todo caso, es que el fármaco no obture la posibilidad de interrogarse, de recuperar el valor de la palabra respecto a la experiencia del padecer, para situarlo en el entramado de la propia historia, de la singularidad, y permitir la emergencia del deseo. Según la Agencia Española de Medicamentos (AEMPS), el consumo de antidepresivos aumentó un 200% en España en el periodo 2000-2013. Indudablemente la crisis socioeconómica y las incertidumbres que ella ha revelado han tenido que ver en este incremento. 
    Desesperación, Edvard Munch, 1894
En este contexto, la medicación de las tristezas cotidianas aparece como un intento fallido de la sociedad por medicar sus propios males: medicar la pobreza, el desempleo, las desigualdades, la marginación, y al hacerlo, reducir al sujeto a un objeto anestesiado, desimplicado y mudo, tan mudo como el propio fármaco.
En algunos pacientes la medicación es necesaria y complementa al tratamiento psicológico; otros pacientes inician el análisis con una medicación antidepresiva previa que abandonan con el progreso del tratamiento y siguiendo las pautas del médico que la indicó. 
Tratamiento de la depresión: cómo comenzar
La primera entrevista tiene por objeto conocer el motivo por el que quieres iniciar tratamiento, responder a tus posibles inquietudes respecto al mismo y acordar aspectos prácticos como frecuencia, agenda, honorarios, etc. Ofrezco esta primera entrevista de manera gratuita, en consecuencia no respondo telefónicamente sobre honorarios. Lo hago así porque, aunque indudablemente lo económico es un factor a tener en cuenta, sostengo que la elección de psicólogo no debe basarse en cuestiones monetarias. A tu ritmo y en la medida en que lo desees, el tratamiento supondrá para ti poner en juego tu subjetividad, y aspectos como la confianza que te inspire el profesional que lo conducirá deberían primar sobre cuestiones de orden práctico. Si te interesa acceder a esta primera entrevista, puedes pedir cita previa llamando al número que aparece en el pie de página.
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